El fondo espejeaba
con los azules de Damasco interior
los sillares se rompen
en estrujados haces de luz
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El burdeos
representa su mejor rostro
para la ocasión
de las nubes decadentes
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Oí decir
que había fuego
en las cejas negras
que los caballos
nunca existieron allá
en los fondos donde había que recitar
a la marejada
un poema íntimo
una arista propicia
a las mareas
un desayuno albar
unas cenas lunares
para esa noche que anuncia
que Prometeo vuelve.
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Todos los idiomas del alicatado
se diluyen en nítidos recuerdos
Kodachrome
la única que las rapaces permiten
que merodee sus nidos y sus
vástagos.
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Siguió sus pasos
y revolvió el twist
con nuevas efervescencias
de caderas
nuevos ritmos definidos
como bestiales
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No importaba que las hondas
fueran
de materia espontánea
la verdad
sin muletas
a decir de los adelantados
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Unos años antes
la grasa embarró
la crítica de los espinazos
la certera evasión de las jóvenes
entre las burbujas negras
de la cerveza
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Avancé varias
andanadas más
los sicomoros
preservando mis
antepasados
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Los últimos tintes del
atardecer
fueron transportados
por los comerciantes
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El fastuoso
puerto de Anaga
erguía su imperio
pétreo
sobre todas las calimas
y mares
sobre todas las leyendas
mentidas.
Allí atracaron constelaciones
de idiomas múltiples
las lenguas se enredaban
contra los judíos
Ellos no se comprometieron
con esas divisas militares
Era el puerto libre
del verano sensual
la primera baza:
las algas
azules.
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Uno
tras otro
fueron cayendo
todos los inútiles
esfuerzos
por apearse
de la gloria
sin importar
volver a repetir
el último chute
que los cursis llamaron
bravo y divino
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Más allá
el niño se colgó
invertido de la barra
con dos compacts
en las orejas
dijeron que tendría buen oído
estuvo por ver
antes de cegarse
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Y aun así
tampoco logró barrer
la barrera
del sonido.
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Años antes
se había predicho
la cruel batalla
por la posesión
de aquellas
divinas
orejas
que él siempre
rechazó.
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Lo que del sueño aún
pervive
el látigo
el pecho hecho bosque
el vientre del desierto
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levanta las ciudades y sus
sitios
de la puerta acude el terror
el puño que será de loco
que arrebata para la oscuridad
al niño
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La primera lección
aprender a ser piedra
ante el pirata
a ser obscuro
como el cabello de la noche
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Media cara azul de luna
la otra roja de la hoguera
Tintín de plata
no te apartes
son los aretes de la luna
los indígenas en traje de la gala
de la guerra
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En
la serventía espero al ser sin mancha
por ser día invernal
Ahí ombligo de las estrellas
Baila, baila
la teja te hace de joroba
y si fea te retuerces
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Grave engaño de las ancianas
otra vez
las flores de la almendra
de la calle de Nerval
de la penumbra dulce
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El vino que mancha
los febreros lunares
el pirata
el loco nocturno
de gesto sin ojos
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Libre aísla la clorofila
coro de niñas
con voces selváticas
las que juegan
a echarnos
como ascua ardorosa.
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La
vida de mercurio
en esos mares pesados
mar metálico
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Ignota
será la voz
de
Tazome.
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Aullidos de Gingsberg
el polar
nació en este meridiano
las estrellas
enmarcadas
viejos anzuelos
para el paladar
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Negra
órbita
azul
la mordida.
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